Cuida tus «engranes» con los demás
Cada que interactuamos con una persona, creamos una extensión extracorporal hacia esa persona. Por ejemplo: En una situación con una persona en la calle con la señora de los elotes, decido saludarla de manera verbal, por ende, creo una extensión extracorporal sonora, en la que mi voz se dispersa en ondas sonoras, a lo que ella puede responder con un saludo agitando su mano; entonces, su movimiento consciente (su saludo) se refleja en mi retina a través de la luz y percibo la respuesta, generando ambos entonces, una extensión extracorporal invisible.
¿Cómo sería al verla? Bueno, podría asimilarse a una rueda dentada, teniendo entonces, una rueda dentada por cada persona, resultando en un engranaje o sistema complejo del que podemos ser conscientes. Cada interacción genera nuevas dentaduras a un engrane específico, alterando el engranaje en sí.
Por lo que, de manera paulatina, con cada interacción creamos nuevos dientes en engranes, por ello al igual que en los automóviles y la mecánica, mientras un engrane tenga más dientes o sea más fino, se puede revolucionar más y los cambios son orgánicos y fácilmente controlados; por otro lado, aquellos engranes de menos dientes, mantienen resistencia y tensión en la interacción que, entonces, puede resultar explosiva.
Cuando una relación es abundante y comunicativa, el engrane podría confundirse con un disco debido a la cantidad de minúsculos dientes. Por lo que, tendremos parte de responsabilidad al aproximar engranes de otras personas al engrane casi discal que hemos trabajado. Cosa que en sí no debe preocuparnos si somos consientes de nuestros actos y nuestras omisiones.
Esto una vez se lo compartí a mi pareja en una llamada telefónica, de la cual he sacado el siguiente fragmento que te comparto, donde también podremos escuchar qué considero sucede al juntar los engranes en una relación de dos o más personas:
Un saludo positivo creará engranes convenientes, una confrontación creará engranes inconvenientes.
— Enrique Téllez Nava